miércoles, 28 de marzo de 2012

Dietas analgésicas

Ayer fui a la frutería y además de frutas, en otro estante, tenían diversos productos "del pueblo", entre ellos, unas magníficas magdalenas que gritaban desde el estante: cómeme!!!

Le pregunté a la tendera que si estaban buenas, a lo cual respondió que sí, aunque no las había probado... Le pregunté sospechando la respuesta que porqué... y apuntó con el dedo a sus bellas y fornidas caderas.

Eso me ha hecho recordar que hay muchísima gente obsesionada con el peso, tanto, que en los extremos, y como casos patológicos, tenemos la anorexia y la vigorexia. Y en mayor o menor medida vivimos frustrados por la comida, la cual hoy día, es más un elemento de disfrute que la base de nuestro sustento.

Lo más curioso de todo es que nos obsesionamos con el peso, pero no porque queramos estar más sanos, sino porque queremos estar más esbeltos. Recientes sondeos revelaron que una gran parte de la población prefiere estar delgada a sana... ¿pero en qué estamos pensando...?

Podemos entrar a analizar quien tiene la culpa (medios, moda, publicidad, esta sociedad superficial, etc...), y casi todos estaremos más o menos en quien la tiene aunque seguro que durante el camino escribimos ríos de tinta y vamos culpando a unos y a otros, antes que a nosotros mismos.

Considero que estamos incurriendo en un grave fallo de base. Queremos estar esbeltos, y no caemos en la cuenta de que estar bien con nuestro cuerpo debe ser una consecuencia de estar sanos y consecuentemente sentirnos bien con nosotros mismos, estar satisfechos con lo que tenemos. Es un problema humano común, el anhelar siempre lo que no se tiene, sin agradecer de lo que se disfruta; fijándonos, por desgracia y en la mayoría de los casos, únicamente en lo que se ve por fuera.

En cualquier caso, mi cuerpo, es como mi coche. Si quiero que me dure, tengo que cuidarlo... y el objetivo no ha de ser tener un coupé espectacular con una pintura inmaculada (y motor gripado?) sino un coche que me sirva a mis propósitos, y sobre todo, que me pueda durar muchísimos kilómetros...

Si procuro vivir mejor, tener unos hábitos saludables (comer sano, hacer ejercicio regular, etc...) al final, a la fuerza, mi cuerpo lo agradecerá, sin embargo, si abuso de él, me doy atracones de comida, fumo, bebo como un cosaco y como más que Obelix no puedo pretender luego ir al gimnasio y expiar mis pecados un mes antes del verano, porque además... ¿qué sucede tras el verano...? Todos los sabemos. La voluntad se esfuma, la constancia se pierde y volvemos a ser víctimas de esta vida sedentaria que llevamos.

Las dietas para adelgazar son como los analgésicos, atenúan los síntomas, pero no atacan al problema de raíz.

Si uno quiere estar bien, hay que cambiar los hábitos, y ello no implica una dieta puntual para perder unos kilos, sino una nueva actitud vital, y si normalmente tienes unos hábitos sanos, cuando encarte, te podrás comer una magnífica magdalena... o dos, y disfrutarlas el doble.

1 comentario:

  1. Este tema es importante porque, por una parte, nos hace reflexionar en que muchas veces actuamos por impulso. Nos da el arrebato de adelgazar, pues hala, y ¿despues? ... hemos hecho el tonto. Efectivamente, se trata de una actitud vital, de voluntad. Tenemos que ser consecuentes y saber predecir nuestro aguante.
    Por otra parte, si que es cierto que muchas veces perdemos el norte y olvidamos el por qué hacemos algo. Adelgazar, ¿más importante que estar sano? tristemente es una realidad que se dará en más de uno.

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