viernes, 30 de marzo de 2012

Nuestro niño interior

Creo que todos tenemos claro que no somos, la mayoría de las veces o casi nunca... la persona que queremos ser.

Dicen que al menos somos tres personas: La que queremos ser (o creemos que somos), la que proyectamos en los demás (como nos ven) y la que realmente somos. Ésta última casi siempre escondida... muchas veces libre de presiones pero vulnerable como un niño.

Vivimos en una sociedad que nos condiciona fuertemente, en la que habitualmente queremos encajar y arrastrando una pesada carga emocional en forma de recuerdos, experiencias no siempre gratas (traumas), etc...

Ésto hace que nuestro carácter se "forje", creemos mecanismos de protección y de adaptación social, que van añadiendo capas y capas a la persona que realmente somos, hasta volvernos, muchas veces, marrones... como una cebolla (o pasando una capa de pintura brillante para esconder la podredumbre interior...)

Incluso en distintos contextos, según nos encontremos estresados en el ambiente de trabajo, o relajados en una fiesta con nuestros seres queridos... nuestra forma de actuar cambia. Solemos disponer de varios registros sociales que usamos a conveniencia... ejecutamos un rol, ya sea haciendo aquello que se espera de nosotros o lo que pensamos que es mejor para intentar caer bien a los demás. Muchas veces podemos llegar a ser "hipócritamente correctos", únicamente por no desencajar.

Realmente es difícil siempre ser uno mismo porque son muchísimos los factores que nos afectan en el entorno y habitualmente tenemos montados una serie de mecanismos de censura filtrando nuestros procesos mentales, intercediendo de forma automática a modo de cortafuegos en la mayoría de nuestras relaciones.

Un día, tu mente empieza a agotarse... cansada... exhausta de tener que estar siempre bregando con tanto cambio de contexto, buscando la forma de liberarse y no encontrándola, creándose prisionera de ella misma y olvidando que en nuestro interior todos llevamos a un niño, la versión pura e inocente de nosotros mismos, nuestra esencia libre de ataduras y prejuicios, y que no deberíamos olvidar a modo de referencia de nosotros mismos.

Se ve clarísimo en la forma de respirar. ¿Como respira un bebé...? Su respiración es abdominal. Su barriguita se hincha y deshincha conforme inhala y exhala... ¿como respiramos la mayoría de adultos (unos más adultos que otros...) ? Nuestra respiración se vuelve más torácica... la respiración se eleva, dejando de tener actividad abdominal y dejando de ser profunda. Ésto provoca que la parte inferior de nuestros pulmones no se llenen y con el tiempo se nos olvida respirar... esto nos puede provocar ansiedad... nunca tenemos la sensación de poder respirar profundamente y llegado el caso nos estresamos... (si llega a ser clavicular y superficial... ve al médico... o ponte en buenas manos).

A mi modo de ver, debemos procurar acordarnos de nuestro niño interior. Procurar ser más naturales y simples en nuestro comportamiento siempre que nos lo podamos permitir. No complicarnos la vida innecesariamente. Liberar nuestras tensiones en la medida de lo posible, romper la mayoría de cadenas mentales que no nos aportan nada y nos fatigan, y reflexionar sobre nosotros mismos y la persona que somos, y si realmente tenemos que cambiar algo o el problema es de la persona que nos acompaña. Y valorar muy seriamente antes de añadir una nueva capa de "protección" a mi carácter, si realmente la necesito o estoy mejor sin ella.

2 comentarios:

  1. Nos acoplamos una coraza que vamos adaptando a nuestro día a día según las circunstancias. En realidad, lo que nos hace daño,no podemos evitarlo, pero procuramos que no se note. Con esto, sólo conseguimos perder la espontaneidad y perdernos momentos y personas que nos harían más felices. Una vez puesta la coraza, es complicado medir los tiempos y saber cuando quitársela. Al final, nos perdemos dentro de nosotros mismos.
    Fantástico blog, un saludo.

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    1. Muy cierto, totalmente de acuerdo.. Tanto es así, que como bien dices, nos perdemos en esa coraza, olvidando y perdiendo de vista nuestra propia esencia...

      Muchas gracias tu comentario y un fuerte abrazo.

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