domingo, 29 de abril de 2012

Felicidad condicionada

Con su inconfundible humor Groucho Marx, dijo una vez:

"Por supuesto que hay cosas más importantes que el dinero, pero cuestan tanto…"

Realmente el dinero es importante, y seríamos hasta cierto punto insensatos si no le diéramos importancia, ya que en la sociedad en la que vivimos es la moneda de cambio para acceder a servicios y bienes de primera necesidad, pero quizás caemos más de la cuenta en que "el árbol no nos deje ver el bosque".

Vivimos en una sociedad capitalista movida por el dinero, directa o indirectamente, de forma explícita o velada... El dinero es el combustible de la ambición humana, el medio que nos permite acceder a una serie de posesiones o servicios que en teoría me van a permitir vivir más cómodamente. El problema es cuando el medio se convierte en el fin, y el poseer en un objetivo programado en nuestra cabeza de forma férrea, muchas veces inducido desde intereses externos.

No nos equivoquemos, la ambición no es necesariamente mala, nos hace evolucionar... nos hizo salir de la caverna para vivir "mejor"... ha conseguido aumentar nuestra esperanza de vida (o recortarla drásticamente, según el caso...) y siempre es bonito tener ilusión por algo, mientras esa ilusión no se torne en obsesión.

Alguien dijo que "nada es tan bueno como resulta serlo una vez que lo consigues". Aquello que anhelamos siempre parece envuelto en un halo especial... un brillo magnífico... una magia maravillosa que promete darnos la felicidad en cuanto lo consigamos... pero la magia y la ilusión se rompen... y la felicidad nos dura un instante más o menos largo según el caso, pero bastante finito al fin y al cabo (como mucho, lo que tardamos en fijarnos en el nuevo modelo del vecino que aparenta despedir una magia aún mejor...).

En contraposición a esto último está el hecho de que, además, no solemos apreciar las cosas hasta que las perdemos, con lo cual, parecemos estar condenados a no ser felices, fruto de una cruel insatisfacción crónica que condiciona mi "felicidad", en forma de ilusión hacia lo que no tengo sin saber valorar lo que ya tengo.

Valorar las cosas en perspectiva, en su justa medida


¿Cuantas veces hemos hecho un regalo a un niño que ha terminado apreciando más el envoltorio que el propio juguete?

¿No será que todo es mucho más simple y tan solo lo complicamos ? Quizás nos fijamos y volcamos de forma sistemática nuestra atención en aquello que no la merece... volvemos nuestra atención hacia el lugar equivocado, buscamos la felicidad fuera de nosotros mismos, postergándola indefinidamente a cuando tenga o sea "noséqué"... en lugar de ser feliz ya... ahora mismo, con lo que soy y con lo que tengo.

Sin duda, para muchas cuestiones, deberíamos volver a ser niños... disfrutando el momento, siendo felices simplemente por el hecho de estar aquí y nos sonrían.

Quizás tendríamos que plantearnos aprender a disfrutar las cosas en su justa medida. Antonio Gala dijo una vez:

"La felicidad es darse cuenta que nada es demasiado importante."

Puedo disfrutar mi coche, mi casa, etc... y tengo derecho a tenerlos si puedo permitírmelo y me lo merezco, sin sentirme culpable y disfrutándolos de verdad... pero viviendo el momento.... en su contexto, como "cosas imperfectas" que son... conscientes de su limitación, dentro de un rumbo vital concreto, procurando no caer en la tentación de deambular constantemente en busca de pequeñas píldoras de efímera e irreal "felicidad" que me hacen dependiente de la contínua sensación de poseer.

Posiblemente la gracia del asunto esté en saber establecer el orden de valores correcto que permitan orientar de forma global nuestros anhelos, y aquí quizás puedan ayudar preguntas como: ¿En qué pensamos más... en nuestro coche o en nuestra pareja...? ¿Qué anhelamos para nuestro futuro... dinero, comodidad y posición social o salud...? ¿Qué nos gusta más... un cálido abrazo o un chuletón de ternera...? ¿Qué quiero hacer en mi vida...? Al fin y al cabo...

"Felicidad no es hacer lo que uno quiere sino querer lo que uno hace". (Jean Paul Sartre)

domingo, 22 de abril de 2012

Lastre mental

¿Como se "educa" a un elefante para que no se escape...?

Cuando los elefantes son pequeñitos se les ata una pata a una fuerte estaca con una cadena. El animal aprende rápido que, por mucho esfuerzo que haga, su vida va a estar limitada al radio que define la cadena alrededor de dicha estaca... tanto es así, que ya adultos, siendo mucho más fuertes, un simple cordel basta para que el animal sienta en su pata que aún lleva el "poderoso" grillete que le impide marcharse, cuando un simple tirón bastaría para caminar donde le placiera.

Así funciona nuestra mente, que nos permite aprender y adaptarnos, pero que nos lastra a la postre si no corregimos ciertas conductas inadecuadas.

Admitámoslo, para ciertos aspectos de nuestra vida somos prisioneros de nuestra propia mente que encorsetada en clichés, falacias sociales, prejuicios culturales y/o traumas varios puede llegar a retorcerse por liberarse de ella misma, atrapada entre incongruencias que quizás ni siquiera nos planteamos o entendemos pero que damos por válidas, con el riesgo de acabar en extremo, además, intoxicados por químicos que prometen "hacernos sentir mejor" tras un elenco de contraindicaciones que preferimos no conocer...

Y más allá de ser prisioneros, podemos llegar a ser verdaderas víctimas de nuestra mente... títeres manejados con extrema facilidad por una mente llena de ruido (hay verdaderos profesionales en la generación de ruido...), polución mental que nos hace divagar hacia destinos no productivos, y que lejos de enriquecernos nos pueden hacer caer hacia fines primitivamente egoístas y ruines.

La peligrosa solidez de las creencias

Se puede discutir con una persona de lo que sabe, pero no de lo cree.

La creencia de algo, independientemente de su naturaleza, puede llegar a estar más arraigada en nuestra mente que cualquier conocimiento. Me puedes demostrar que estoy equivocado sobre algo, y mi razón no tendrá por más, tarde o temprano, que admitir su error (ya a cada cual le puede costar más o menos... salvo en casos extremos...), pero en el campo de las creencias las cosas cambian... y más cuando hablamos de lo sutil, de lo intangible...

Si dejo de creer en algo a lo que me aferro, mi sistema se tambalea, y eso, me crea un problema, un conflicto que a veces puede resultar traumático solucionar.

En la magnífica película Inception (Origen) se plantea, a mi parecer, de forma muy acertada. Deja germinar una idea (el origen de la misma) en una persona, para que florezca una creencia... y será inamovible, hasta el punto de condicionar a una persona (sentimiento, convicción...).

De todas las ideas generadas artificialmente en nosotros, sin comprensión directa, sin experimentación personal, las más peligrosas son los prejuicios, precisamente por esa falta de base que es el conocimiento real. Ya dijo Albert Einstein, refiriéndose a esta era en la que vivimos:

"Es mas fácil desintegrar un átomo que un prejuicio"

A lo largo de la historia nos hemos masacrado por imponer a nuestro dios, nos hemos pegado por defender a nuestro equipo de fútbol, o hemos calumniado contra una idea política que no es la nuestra, pero añade ignorancia y obtendrás xenofobia, racismo, intolerancia, etc... en definitiva: odio irracional y desmedido en distintas y peligrosas combinaciones.

Es inquietante ver con qué velocidad y facilidad puede llegar a crecer la semilla del odio. Si todos los vegetales crecieran igual, no habría hambre en el mundo.

Cambio de enfoque

Deberíamos ser capaces de frenar de vez en cuando la "inercia mental" producto muchas veces de un ideal mal formado, quizás víctimas de ruido exterior. Fomentar la autocrítica, y si además somos capaces, escuchar la crítica ajena de aquellos que realmente nos quieren.

Cuestionar los pensamientos más arraigados y plantear si son aún válidos e intentar escuchar la opinión de aquellos librepensadores que aún quedan, en lugar de palabras mediatizadas pronunciadas con el único afán de mover masas en pro de una causa no necesariamente justa, teniendo en cuenta, que el primer librepensador debe ser uno mismo.

Quizás deberíamos también plantearnos juzgar por nosotros mismos más a menudo si ello es necesario, ya que lo que es válido para alguien, no tiene porqué ser válido para mi. Su verdad, no tiene porqué ser mi verdad.

A veces puede ser necesario un reset mental y procurar olvidar selectivamente aquello que no nos ayuda ni nos enriquece como personas, y sobre todo teniendo en cuenta que, por mucho que muchos se esfuercen

"Un error no se convierte en verdad por el hecho de que todo el mundo crea en él." 

lunes, 16 de abril de 2012

El planeta en el que vivimos


El otro día vi la película Ultimátum a la tierra, una película de ciencia ficción que pretende tener moraleja y con la que pasar un rato entretenido sin mayores pretensiones. El caso es que más allá de la calidad cinematográfica del film, la moraleja en si me hizo retomar un tema que en conciencia todos deberíamos tener muy presente, y que es que el planeta en el que vivimos se merece ser cuidado, porque al fin y al cabo, es nuestra casa, y a todos nos gusta tener la casa limpia, ¿no?, aunque parece que muy bien no se nos da...

Siguiendo la línea cinematográfica, en otra cinta, también protagonizada por Keanu Reaves (se ve que le gusta el género...), la, desde mi punto de vista, genial Matrix, El carismático agente Smith nos "recataloga" como especie, llegando a la conclusión de que somos un virus, basándose en que nos extendernos por la tierra explotando anárquicamente sus recursos y una vez explotados éstos, seguimos buscando de donde sacar más, y más, y más... con una voracidad aberrante.

Hemos tomado inmerecida posesión de un planeta al que tratamos como un mero recurso a explotar, sin tratarlo como lo que realmente es: un valioso regalo que nos ha sido entregado para que vivamos en él de la forma más armoniosa posible, no atentando contra el resto de seres vivos que habitan en él.


"Probablemente se ha hecho más daño a la Tierra en el siglo XX que en toda la historia anterior de la humanidad."

...y veremos a ver como se nos da el presente XXI.

Una vez tuve un profesor que me abrió los ojos en muchos sentidos, y uno de ellos fue acerca de la manera de ayudar a "la madre tierra" y como ello, más que una obligación, ha de ser una satisfacción.

Evolución de los bosques visto desde el espacio
A modo de ejemplo nos decía que cuando iba paseando por la playa, y veía una fea lata de refresco tirada en la arena, amorosamente se acercaba hacia ella, la recogía, como algo a lo que ya no damos uso, pero que en su día sirvió prestándonos un servicio; y pensando en la oportunidad que la vida le daba para poder ayudar a la tierra, librándola de ese resíduo que allí no era apropiado, más que pensar con ira en la persona que irreverentemente tiró aquella lata en la orilla (y en toda su parentela...), encauzando la energía para que todo pudiese estar en perfecto equilibrio, la tierra, él, y él con la tierra.

Debemos mostrar respeto y amor por el entorno en el que vivimos. Las cosas y los recursos de este planeta están para ser usados, pero con mesura, control y en equilibro, sin abusar de nada ni de nadie.

Como decía Carl Sagan, que de planetas sabía bastante...

"Nuestro planeta es muy frágil, hay que tratarlo con cariño."

Tantos años de evolución, tanta inteligencia debería poder valernos para ver más allá de nuestra nariz, pensar además de en nosotros mismos en los demás y adquirir algo más de conciencia global. Al fin y al cabo, todos nos beneficiamos (La teoría del amor infinito).

No quiero cerrar esta reflexión, sin recomendar el que para mi es uno de los mejores temas compuestos por el ya tristemente fallecido, Michael Jackson, (y que escucho mientras escribo...): Eath Song (subtitulado en castellano aquí), canción para recapacitar y que me eriza la piel cada vez que escucho.

Y para finalizar, una frase que, a mi modo de entender, resume bastante bien la conciencia que se debería tener...

"La tierra no nos fue heredada por nuestros padres, nos fue prestada por nuestros hijos."
(Luis de Góngora y Argote)

jueves, 12 de abril de 2012

Intuición, ¿científicamente subestimada?

¿Qué es la intuición...? Según el DRAE, en su primera aceptación, la intuición se define como :

Facultad de comprender las cosas instantáneamente, sin necesidad de razonamiento.

o más filosóficamente:

Percepción íntima e instantánea de una idea o una verdad que aparece como evidente a quien la tiene.

Subrayo lo que a mi juicio es lo más interesante de la intuición... Por una parte lo de "sin necesidad de razonamiento", y ésta es la parte que más le incomoda a la ciencia (sobre todo a los lógicos y matemáticos), y luego está la cuestión de que "aparece como evidente a quien la tiene", porque cuando tenemos una intuición sobre algo, aparte de aparecer como un fogonazo, de pronto, sin saber ni de donde ni porqué, sí solemos estar bastante seguros de ello (acertada o equivocadamente, esa es otra cuestión).

Los mecanismos mentales suelen ser complejos, y muchas veces la intuición obedece a un proceso totalmente subjetivo, cuanto menos difícil de explicar o no totalmente correcto desde un punto científica o lógicamente estricto, donde intervienen los conocimientos y experiencia particulares del que intuye.

Muchas veces, cuando tenemos que tomar decisiones rápidas, sin poder contar con todos los elementos de decisión que nos gustaría tener, la intuición puede ser una gran aliada, porque puede ofrecer soluciones igualmente válidas, aún no del todo precisas. Como dijo Albert Einstein refiriéndose a ésta frente a la inteligencia racional:

"La única cosa realmente valiosa es la intuición"

De hecho, la intuición tiene un fuerte carácter creativo, lo que la hace muy interesante en la generación de ideas, y más allá de eso, ni que decir tiene, si fuéramos capaces de aprovechar todo ese potencial sin explotar que se le supone a nuestro cerebro.

Trascendiendo la ciencia...


Más allá de la solución de problemas o a nutrir el valioso campo de las ideas, a la intuición, de una forma más sutil y quizás alejada de la ciencia, se le podrían atribuir ciertas características que en mayor o menor medida casi todos hemos experimentado alguna vez. Se la podría denominar, si nos permitimos la licencia, como el 6º sentido... aunque su "estimulación" no sea física, como en el resto.

Por ejemplo...

¿Cuantas veces nos hemos acordado de una persona, sin venir a cuento de nada, tras no saber nadad de ella durante años y nos la encontramos a los dos días...?

¿Cuantas veces nos hemos sentido incómodos sin saber porqué, y había una persona extraña, observándonos de manera sospechosa al otro lado del metro...?

¿Cuantas veces hemos empatizado con otra persona y llegar a sentirnos casi como ella sin que llegue a expresar sus sentimientos...?

¿Cuantas veces hemos estado con nuestro interlocutor a punto de decir algo y nos lo ha quitado de la boca...? ...vale, aquí el contexto cuenta y ayuda... pero ¿cuantas veces hemos pensado algo, y nos lo han quitado de la cabeza sin abrir la boca...?

Son preguntas difíciles de responder... casualidad, dirán muchos, o quizás no... ya que en muchos casos seguro que podemos encontrar alguna explicación, pero seguro que hace años nadie pensaba que sería posible controlar una silla de ruedas mentalmente, algo que hoy día es posible gracias a la ciencia, porque por suerte (o desgracia) a día de hoy ignoramos menos cosas que hace algunas décadas.

Hoy entendemos como el cerebro trabaja en determinadas frecuencias, y podemos recoger esas ondas cerebrales e interpretarlas, al menos, parcialmente, y la pregunta es ¿no es posible que nuestro cerebro capte algunas de esas ondas cerebrales emitidas por otros sujetos...? ¿Podemos llegar a establecer vínculos con el medio, personas o incluso animales...?

Quizás veo y leo mucha ciencia ficción, pero hubo una época en la que a uno lo quemaban por afirmar que el centro del universo era el sol, y no la tierra... o que ésta era redonda y no plana... o simplemente al no poder explicar porqué llovía se le atribuía a los dioses tal hecho.

Soy escéptico pero abierto a conjeturas. Algún día posiblemente nos riamos al ver lo difícil que se nos hacía a principios del siglo XXI entender el cerebro... pero sí es verdad que hay una serie de cosas que hoy por hoy no podemos explicar, aunque no por ello dejamos de poder experimentar.

Sutil o no... científicamente demostrable o no, está ahí... Algunas personas son más intuitivas y otras menos, o simplemente hacen más caso y otras menos... de la misma manera en que algunos se paran a observar la belleza de una flor en el camino, y otros pasan sin hacerle caso... pero en cualquier caso la flor sigue estando en el mismo sitio.

"Escucha más a tu intuición que a tu razón. Las palabras forjan la realidad pero no la son" (Alejandro Jodorowsky)

sábado, 7 de abril de 2012

Miedo

De todas las características humanas, el miedo es una de las más habituales, y más que una debilidad debe entenderse como un mecanismo natural de defensa, ya que si no sintiéramos miedo, dolor, etc... estaríamos destinados a una vida notablemente más corta, y lógicamente eso va en contra de la perpetuación de la especie.

El miedo nos hace huir cuando la amenaza acecha... cuando nos sentimos superados... cuando estamos expuestos.

Un ejemplo claro es un bebé. Cuando empieza a andar y puede usar con autonomía sus extremidades... todo lo explora, todo lo coge, todo lo toca... aunque implique meter la mano en el fuego de la cocina. No tiene miedo y por tanto no está condicionado a hacer lo que sus impulsos le sugieran. En este caso, el mecanismo del miedo se instala cuando el bebé se quema y llora... siente dolor, y el miedo queda fuertemente fijado para procurar que la próxima vez tan ingrata sensación y un riesgo mayor no se repitan.

Lo curioso del miedo es que la mayoría de las veces es infundado porque se confunde con la incertidumbre o se genera en nosotros frente a lo desconocido, y conforme crecemos y más complicados nos hacemos, más posibilidades hay de tener miedo, ante problemas, preocupaciones, etc... volviéndose patológicamente constante y haciendo que nuestras vidas sean un contínuo temor por todo, provocándonos inseguridad, estrés, ansiedad, etc...

Nos cuesta dejar de tener miedo, incluso cuando el riesgo es infundado o la posibilidad de que ocurra algún mal lejana. Me remito al proverbio chino que reza:

"Quien teme sufrir, sufre de temor"

Por otro lado, cuantas veces hemos escuchado el relato del rey que daba a elegir a sus enemigos capturados entre morir, o atravesar la "puerta negra", y ante el horror de pensar lo que habría tras la puerta negra, todos elegían la muerte rápida, en la ignorancia de que la puerta negra les llevaba a la libertad.
Tengamos en cuenta no obstante, que no tener miedo no es ser valiente, es ser un insensato. El mérito está en vencer ese miedo y ser capaces de superarnos.

El miedo nos condiciona fuertemente, y muchas veces, es infundado. Obedece más a temores artificiales, clichés, artificios sociales o propia ignorancia que a un riesgo real. ¿Cuantas veces dejamos de probar un helado de un nuevo sabor porque ya sabemos que nos gusta el de vainilla y tenemos miedo a equivocarnos...? Nos sujetamos a lo "seguro" en detrimento de los desconocido, sin valorar que lo nuevo no tiene porqué ser malo, es más... puede ser aún mejor.

Hay un arraigado refrán, que suele hacernos un flaco favor, muchas veces sin querer:

"Más vale malo conocido, que nuevo por conocer" 

Y remarco nuevo, y no bueno, como suele escucharse habitualmente, porque si fuera bueno seguro (y no solamente nuevo) entonces eso sí que es ya incongruente... entonces no tenemos miedo a lo desconocido, tenemos un problema serio de criterio... ;)

En nuestra vida ocurren cambios constantemente, y en nuestra mano está el adaptarnos con éxito a ellos. El miedo debe ayudarnos, pero no debe lastrarnos. Deberíamos procurar ser suficientemente despiertos como para ser capaces de discernir cuando estamos ante un riesgo real, o ante una eventual oportunidad no valorada con objetividad, procurando no ser arrastrados por la inercia de nuestra mente entumecida por lo rutinario y que ya "controlamos", víctimas de nuestra propia pereza.

En mayor o menor medida la vida no está exenta de riesgo, y hay que asumirlo... valorando dicho riesgo en su justa medida para que no nos impida disfrutar y teniendo muy presente, que a veces hay que apostar si se quiere obtener premio, sin ser víctimas de nuestros propios prejuicios y procurándolos desterrar de nuestra mente lo antes posible.

"Sólo una cosa vuelve un sueño imposible: el miedo a fracasar." (Paulo Coelho)

miércoles, 4 de abril de 2012

Tiempo, tanto y tan poco

¿Cuanto vale el tiempo...? En economía se dice que algo vale, lo que se se esté dispuesto a pagar por ello, y aquí, el tiempo creo que es la estrella, porque pocas cosas pueden oscilar tanto en cuanto a su valoración como el tiempo. Depende de la persona, la circunstancia, el momento, el lugar, la tarea... incluso hasta del estado de ánimo...

En esta vida todo depende de los ojos con lo que se mire, incluso desde un punto de vista científico, la propia Ley de la Relatividad (Albert Einstein), expone a grandes rasgos, que la percepción de lo medido (ya sea espacio o tiempo) depende del punto de vista del observador y su estado.

¿Cuatas veces lo hemos estado pasando mal o anhelando algo y el tiempo se nos ha hecho infinito... o por contra, estábamos disfrutando y nos ha resultado efímero y fugaz? Y realmente el tiempo transcurrido, medido con un reloj, podría ser perfectamente el mismo.

Otra cualidad excepcional es que el tiempo se puede compartir, y no por ello se renuncia a parte de él, es más, como con el amor, entra en "resonancia", revalorizándose de inmediato e intensificando la propia experiencia compartida.

Es tan preciado que incluso existen verdaderos especialistas "ladrones de tiempo" (Momo), que parasitan el ajeno a falta de poder enriquecerse o gestionar adecuadamente el suyo propio.

Una expresión que escuchamos muy a menudo es la de "matar el tiempo"... me parece horrible, sinceramente, pienso que debería estar recogido en el código penal como "maltrato temporal". Se pueden hacer tantas cosas con el tiempo... ¿por qué tenemos que matarlo? en el peor de los casos, siempre se puede echar una siesta... ;)

El tiempo puedes invertirlo, bien o mal, pero no matarlo... ni gastarlo... ni perderlo... (o no deberíamos). Incluso una mala decisión o un tiempo aparentemente "perdido", es el precio a pagar por poder aprender algo nuevo. Si justo o no, ya es otra cuestión, dependiendo de lo que valoremos el tiempo vs lección aprendida (normalmente le echamos más cuentas al tiempo que a la lección...).

Tiempo... testigo, juez y verdugo que no espera a nadie y a la vez dulce amante que todo lo cura. 


Hace unos años tomé realmente consciencia de que un día mi tiempo se acabaría... y una desagradable sensación se instaló en mi durante una temporada.

Es que el tiempo se acaba, ¿sabes usted...? y... ¿qué hago con mi tiempo...? ¿Es realmente mío todo mi tiempo...? Pues sí y no... porque ciertamente vivimos en una sociedad en la que el tiempo se intercambia de forma soterrada o explícita (In Time, que aún no he visto) y, por regla general, debemos prestar unos servicios y ceder parte de nuestro tiempo hacia algunos menesteres más allá de hacer lo que nos viniese en gana.

Lo que hagamos con el resto del tiempo ya es cosa nuestra... cada cual lo invierte en lo que quiera, descansar, jugar, leer, deporte, prestarlo altruistamente a los demás, etc... cada uno obtiene una satisfacción por la vía que considera oportuna, de una forma que le enriquezca, procurando siempre que  la suma de tiempo dedicado a los demás (interesada o desinteresadamente), descanso y a nosotros mismos esté en equilibrio.

Desafortunadamente, y habitualmente, no somos dueños del 100% de nuestro tiempo, no tenemos constancia si quiera de cuanto nos queda (afortunadamente), pero sí somos dueños de la actitud con la que queremos vivir ese tiempo, sea cuanto sea, y de la calidad de la inversión que hagamos.

El tiempo marca el ritmo de nuestra vida como un metrónomo el compás de una melodía, a veces como un adagio... a veces como una fuga... paladeando el tiempo, o viviéndolo con intensidad... (la caja de cerillas en Como agua para chocolate) pero en cualquier caso en nostros está que esa melodía sea una melodía llena de color o una melodía gris.

El día que mi tiempo expire tan solo deseo una cosa... poder despedirme con una sonrisa, y tener la tranquilidad de poder pensar que "yo he vivido", porque el tiempo que pase lo habrá hecho para siempre, y como bien expuso el más grande renacentista:

"Así como una jornada bien empleada produce un dulce sueño, así una vida bien usada causa una dulce muerte."  (Leonardo Da Vinci)

domingo, 1 de abril de 2012

Esa asíntota llamada perfección

En matemáticas, se llama asíntota a la linea recta a la que tiende a acercarse infinitamente una curva pero sin llegar nunca a tocarla (la tocaría en el infinito), o dicho de otra forma, una asíntota es algo a lo que se tiende, pero que nunca se alcanza.

Es similar al sentimiento que puede tener un artista en las etapas finales de su obra. Una obsesión desbocada podría llevarle a no ver nunca su obra terminada, porque nunca la vería "perfecta", tal como la concibe en su cabeza.

Bajando a planos más mundanos, hay un principio (una máxima diría yo), conocido como Principio de Pareto o regla del 80 - 20. Aplicada a nuestro caso vendría a decir que alcanzar el 80% de progreso de algo, nos va a costar un 20% de esfuerzo, mientras que el 20% restante, nos costaría un 80% de esfuerzo (no son números absolutos...). Ésto muchas veces es inalcanzable, o poco práctico, en el supuesto incluso de que el proceso tenga finalización, que muchas veces, no es así...

Otro ejemplo claro es cuando vamos a comprar un equipo de audio, o un instrumento, o un televisor... La mayoría tienen un precio "asequible", pero conforme subimos de gama, el precio es mayor, y no proporcionalmente a las mejoras que ofrecen. El equipo más caro de todo el escaparate, es tan solo un "poco" mejor que el siguiente en precio.

En resumidas cuentas, muchas veces, obtener muy poco (y más cuando más cerca estamos del final) cuesta muchísimo.

Cuantas veces hemos estado enfrascados en algo, en un hobby, una pasión, una tarea realizada con esmero... y nos han dicho... "déjalo ya !" y no podemos parar porque tenemos que dejarlo "perfecto"...

Seamos sensatos... por lo general, la perfección NO existe.

Desde esta perspectiva muchas veces habría que pensar en la perfección como una asíntota, como una meta idílica o utópica, a la que se debe aspirar para saber el camino a recorrer... pero que no nos tiene que obsesionar alcanzar, ya que, en lo práctico, es inalcanzable.

Hay que valorar si el tiempo y esfuerzo invertidos compensan con los resultados a obtener, y saber hallar de forma equilibrada nuestra propia versión de la perfección.

No se trata de caer en la tentación de convertirnos en unos pusilánimes, ni dejar de poner ilusión y esfuerzo en las cosas sin procurar sacar lo mejor de nosotros mismos, sino de no de no caer en las fauces tiránicas de una obsesión (Perfeccionismo cuando es patológico y Autoexigencia desproporcionada).


"La perfección se logra al fin, no cuando no hay nada que agregar, sino cuando ya no hay nada que obtener."